miércoles, 23 de septiembre de 2009

Si algo puede salir mal

miércoles, 23 de septiembre de 2009
Si señores, es la famosa Ley de Murphy; si algo puede salir mal, ten por seguro que saldrá mal. Y si además te llamas Adelina y tienes 23 años, la llevas clara.

Como sabréis ya, y después de unos duros 18 meses con tan solo una asignatura (que además no tiene nada que ver con la Enfermería), por fin terminé la carrera. Hice el dichoso examen de Administración y Servicios de Enfermería -asignatura que, por cierto, desaparece con el plan Bolonia- y por fin aprobé, con un precioso y adorable cinco.
Pero yo, conociendo ya la situación y sabiendo de la competencia -o quizás debería decir incompetencia- de algunos de los seres llamados "catedráticos" que dan clase en mi facultad y son los responsables de algunas asignaturas, no las tenía todas conmigo. Sabía que algo tenía que suceder. Yo no podía acabar la carrera tan tranquila, sin ningún tipo de altercado y mucho menos, sin tener que montar el pollo del siglo, una vez más, en mi facultad.
Seguro que pensáis que soy una exagerada. Pero tranquilos, ya veréis que no.

Pues bien, el examen fue el día 4 de Septiembre a las 12:00 horas. En Córdoba un calor asfixiante.
Las notas de la susodicha prueba salieron el día 10 del mismo mes y la revisión del examen era el mismo día a partir de las 10:00 horas. Si algo tiene esta profesora es que si dice que tendrá una cosa un día y a una hora, es porque tendrá esa cosa ese día y a esa hora.
Pues bien, el día del examen, y previniendo a todos los pobres desgraciados que andábamos con esa asignatura, la catedrática nos comentó que el mismo día 10, al final de la mañana, saldrían las actas oficiales (una vez terminada la revisión de los alumnos) ya que pocos días después terminaba el plazo de inscripción para el EIR (que para quien no lo sepa son los exámenes de especialidad de Enfermería, que a día de hoy son de Obstetricia -o matrona- y de Salud Mental) y así podríamos pagar las tasas del Título y del Certificado ese mismo día 10 (o para los mas lentos el día 11) y así con esas tasas ya pagadas poder cumplimentar la inscripción.
Ilusa de mí. Yo cuando vi el 5 en las listas provisionales dije para mis adentros: "me quedo aquí toda la mañana, pago las tasas y mañana me inscribo en las listas del EIR".
¿Alguno de vosotros se ha podido inscribir? Pues yo no.
¿Que por qué? Porque en la prestigiosa Universidad de Córdoba son unos lumbreras, y no se les ha ocurrido otra cosa que instaurar un nuevo sistema informático en Septiembre. ¿Y qué ha pasado? Pues que los profesores a la hora de sacar las actas no han podido. ¿Por qué? Pues porque, como todo lo nuevo, el sistema ha fallado. ¿Las consecuencias? Pues que nada de inscribirme en el EIR (y eso que ese examen es cada dos años). Es para coger al responsable de la empresa que ha instaurado el nuevo sistema y mandarlo a un poquito a la mierda (con perdón), o coger al responsable idiota de la UCO que ha permitido que se instaure ese sistema en plenos exámenes de Septiembre y quitarle su puesto, porque no he sido yo la única que ha salido mal parada, sino que este fallo ha sido a todos los niveles y seguro que en todas las facultades hay más alumnos de los que pienso que no han podido inscribirse en oposiciones, másters, etc.

En fin... Una vez asimilado que hasta dentro de dos años no podré hacer el examen sólo me tocaba esperar. Pero claro, siempre alerta, yo no estaba tranquila. Me tenía que pasar alguna otra cosa.

Pues bien, hoy 23 de Septiembre -13 días después- por fin han salido las actas. No os podéis imaginar cual ha sido mi cara cuando, al entrar en mi expediente, he visto que la profesora me ha puesto no presentada en la convocatoria de Septiembre.
Sí, como leéis, que la catedrática, esa que debería distinguir entre aprobado y no presentado, no lo ha hecho y la muy... (voy a contar hasta tres) me ha puesto no presentado.
En fin, acostumbrada ya a que esto me pase (no es la primera vez), llamé a secretaría y Pepa (la mejor secretaria del mundo entero) me dijo amablemente que la profesora se ha debido de equivocar, que si hubiera sido un fallo del sistema le hubiera pasado a otros alumnos. Entonces yo, armada de toda la paciencia del mundo, he llamado al despacho de la profesora y ella, más digna de lo que debiera, me ha dicho que es un error de secretaría y que, efectivamente, en su ordenador (ordenador que gustosamente yo le tiraría a la cabeza) aparezco aprobada.
Así que volví a llamar a secretaría, y Pepa (siempre lo coge ella) me dijo que eso pasaba cuando uno no reconocía los errores, que la profesora cuando me colgó a mí el teléfono la llamó a ella y que había pedido que no se diera ningún certificado, que tenía que repasar las actas y corregir los fallos.
No sé si vosotros lo sabéis pero un acta no se puede corregir a menos que algún alumno, por algún tipo de disconformidad, pida que se le haga algún tipo de diligencia. Pero por lo visto la catedrática esto no lo sabe.

En fin, que hasta que a la señora catedrática no le dé la real gana de bajar a secretaría para hacer una diligencia corrigiendo su error, sigo sin poder pedir tasas ninguna y por lo tanto sigo siendo una estudiante.
¿Es para estar un poco quemada, no creéis?

viernes, 11 de septiembre de 2009

Se acabó

viernes, 11 de septiembre de 2009
Cinco años y dos meses atrás fue con su madre por primera vez a esa ciudad.
Hacía un calor terrible, una niebla amarilla hacía parecer que el desierto se hubiera trasladado a la antigua ciudad califal y el coche no tenía aire acondicionado.
Para variar, su madre cogió la entrada equivocada a esa ciudad y tuvieron que rodearla entera hasta llegar a su destino: un viejo edificio que en otros tiempos fue la residencia de las antiguas estudiantes de enfermería.
Entró nerviosa, sin saber muy bien qué poner en todos aquellos papeles que le habían entregado en la conserjería.
Después de tres o cuatro horas esperando a ser atendida pudo decir que ya estaba matriculada.

Justo cinco años atrás, preparaba la maleta con prisas, apuntando en un papel todo aquello que tenía que llevarse para empezar su nueva vida a 250km de casa. Viviría ese año en una residencia femenina, llevando lo mejor que pudiera la convivencia con treinta chicas extrañas. Luego se trasladaría los dos próximos años a un piso cerca de una plaza con un abeto grande. Allí aprendería a valorar un plato en la mesa sin hacer nada y la ropa planchada que llevaba en la maleta cada vez que volvía de casa.

Terminaron tres años de vivir fuera de casa.
Le quedó lo más duro, continuar sus estudios para acabar la carrera a 250km de la facultad. Varias asignaturas, se podría decir que de las más fuertes, eran las que le quedaban.
Aprobando en una vez dos y en otra una, le quedó una asignatura (la que no sirve para casi nada) durante año y medio.

Pero ayer acabó. Ayer fue a la facultad con un amigo y vió las listas nada más salir del ascensor.
- He suspendido, otra vez he suspendido.
- ¡Pero si ni siquiera te has acercado a ver las notas!
- He suspendido.
- No, tienes un 5.

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10-09-2009
Isabella Gispert o Farfalla Dimora o Adelina ya puede decir que acabó la carrera.
Ya soy enfermera.