martes, 3 de marzo de 2009

Vida alternativa II

martes, 3 de marzo de 2009
Marta vivía a través de los ojos de cualquier ser vivo. Se pasaba las horas sentada cerca de la ventana observando la gente pasar. Le gustaba imaginar a dónde irían, con quién se verían y qué harían después. Regalaba una vida diferente a todo aquel que pasara por la ventana y cuando les veía por la calle o coincidía con alguna de esas personas en la cola del cine volvía a introducirse en su imaginación y les preguntaba cómo les fue la cita o si se recuperaron de la gripe.
Lo que más le gustaba a Marta era irse a la parte trasera del jardín de su casa, esconderse entre los arbustos y quedarse embobada intentando ver a través de la persiana de la casa de su vecino. Todo el mundo le había hablado de que era un hombre raro, que no hablaba con nadie y que sólo salía de casa los lunes.
Pero ella sabía algo más. Sabía que siempre estaba sentado en una mesa y que miraba ensimismado una pantalla de ordenador.
Muchas veces, al pasar por la puerta tenía la tentación de llamar y preguntarle si le dejaría mirar a ella también. Pero, al segundo, se decía a sí misma que lo mejor sería no molestar a alguien que no se relacionaba con nadie. Aunque al llegar a casa se arrepentía de no haber seguido a su instinto y se prometía que la próxima vez que pasara por la casa de su vecino llamaría y con la mejor de sus sonrisas le pediría con educación que le dejara mirar esa pantalla.
Un día, pasando por esa puerta gris se acordó de aquella promesa que se hizo días atrás y subió los cinco escalones que conducían a ella. Tenía el puño cerrado levantado, listo para llamar. Pero se le ocurrió que sería mejor investigar algo antes de molestar a nadie. Fue hacia el jardín de atrás, con cuidado de no tropezar con ningún troncón seco y se puso enfrente de la ventana que ella había observado desde la seguridad de su casa. Miró con ojos ávidos de curiosidad por los espacios que dejaba aquella vieja persiana y justo cuando se estaba fijando en aquella pantalla alguien, desde su espalda, le dijo con una voz ronca, grave y enfadada:
- ¿Quién eres y qué haces en mi jardín?

5 comentarios:

Pedro dijo...

¡¡¡Agggg. ay madre que susto...!!!
¡Estas cosas no me la hagas así de sopetón, que soy cardiópata...!
¡Y la culpa la tiene Marta por cotilla!
¡Más!
Un besote.

Isabella Gispert dijo...

¡Ja ja ja! No te asustes Pedro, que no es para tanto. Atento a las entradas, en poco timepo la tercera entrega :D
Un besazo

Valdomicer dijo...

FELIZ DÍA DE LA MUJER.
Tienes un regalo en mi blog.
http://valdomicer.blogspot.com/

Almendra Puck dijo...

Venga ya con la siguiente! Esto se pone interesante... Pobre, creo que no ha empezado la relación con buen pie...

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

aY PEDRITO NO CONOCÍA YO ESTE RINCONCITO TUYO; ME ENCANTA Y QUÉ MÚSICA.
BESUCOS