miércoles, 11 de febrero de 2009

Mis cuentos infantiles

miércoles, 11 de febrero de 2009

Todavía me acuerdo de ese dibujo que me daba pavor de pequeña. Estaba la Bestia (a doble página), con los ojos inyectados en sangre y unos colmillos brillantes y nacarados, ahuyentando a los temibles lobos que atacaron a la pobre Bella cuando ésta fue a buscar a su padre.
Siempre sacaba “La Bella y la Bestia” de la biblioteca para que mi madre me leyera por las noches.
- ¿Otra vez has sacado el mismo? ¡Pero si lo devolviste la semana pasada!
- Es que es que es el que más me gusta mamá.
Sin embargo, no podría elegir uno de tantos que me contaba mi madre o de los primeros que leí.
“Caperucita Roja” (un clásico), “Blancanieves y los siete enanitos” (el que mi madre nunca me contaba porque decía que era muy largo), “La princesa y el Guisante” (me encanta imaginar esa cama con 5 colchones, 30 mantas, 5 edredones y un pequeño guisante debajo de todo eso), “Los tres cerditos”, “La bella durmiente”, “Ricitos de Oro y los tres ositos”, “Pinocho”…
Son tantos…
Quería vivir en “un reino muy muy lejano” para poder ver de cerca a mis fantasías y mis princesas, para advertir a Caperucita de que no hiciera caso a ningún lobo, decirle a Blancanieves que no comiera esa manzana envenenada, persuadirle a la reina de que por muy princesa que seas, si te ponen toda esa ropa encima de un guisante no lo notas, romper ese huso con el que se pinchó Aurora, reírme a gusto cuando viera al lobo salir por la chimenea del pequeño de los cerditos o dormir en esa cama tan cómoda que ocupó Ricitos.
Quería ser la protagonista de mi propio cuento, que aparecieran todos los personajes de aquellas maravillosas narraciones, que llegara un fantástico príncipe azul, me llevara a un enorme castillo a lomos de su bonito caballo blanco y fuéramos muy felices y comiéramos perdices.
Pero la infancia pasa y con ella acaban esas fantasías de vestidos rosas y castillos en el aire.
Tarde o temprano aparece esa frase.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

3 comentarios:

Almendra Puck dijo...

jo tia, qué nostalgia me ha entrado. Yo creo que la infancia no termina nunca, siempre seguimos siendo un poco niños y nunca dejaremos de hacer "de las nuestras", o no? Yo también odiaba esa escena de la bella y la bestia...

Pedro dijo...

Por muchos años que pasen, si tu corazón decide que seas una niña, seguirás siendo una niña y seguirás soñando historias fantásticas, aunque la hipoteca te esté dando la vara y tu hijo pequeño tenga el sarampión...
¡Solo es cuestión de proponerselo, te lo digo yo que voy a cumplir los sesenta...!
¡Gracias por tus visitas!
Un grossen besoten.

Isabella Gispert dijo...

Almendra, pues en una parte de nuestro ser siempre seremos niños, pero nuestra mente ya no nos deja comportarnos como tal y siempre está diciendo "ya no eres una niña..."

Pedro, me ha encantado tu comentario. Me encanta tu blog y tus recetas y la forma en que las presentas, siempre consigues que me ría. Alguna he hecho en casa (dichosa musaka, me tuvo toda la mañana en la cocina... pero mereció la pena, estaba deliciosa). Gracias a ti por visitar este blog.
Otro beso para ti